ELIGE BIEN (San Alberto Hurtado SJ)
martes, 17 de agosto de 2010
Vosotros sois los que amáis a Dios y estáis entusiasmados por Cristo, vuestro Jefe, cuya gloria buscáis ardientemente, y cuya vida deseáis prolongar teniendo como criterio de vuestro obrar ese pensamiento que ha pasado a ser tan familiar a vuestra mente: ¿Qué haría Cristo en mi lugar?
Vosotros sois los que pensáis que habéis venido a este mundo para algo más que para amontonar paquetes de billetes, tener confort en vuestra habitación, éxito en la vida social, en fin, vivir unos cuantos años estériles, sin ninguna historia que merezca ser oída en la otra vida. No; vosotros reaccionáis con entusiasmo y generosidad cuando oís las hazañas de los grandes conquistadores, de los héroes, de los santos, y quisierais prolongar sus proezas y aceptáis de antemano las austeridades y sacrificios que son el precio de lo grande.
Vosotros, con frecuencia, a pesar de vuestro ánimo generoso, escogéis sin acierto, como lo demuestran vuestros desengaños, y sobre todo sin tomar en cuenta el criterio cristiano en un asunto de tanta importancia. Obráis así, no por principios premeditados, sino porque no se os ocurre que podría hacerse de otra manera, y si quisierais hacerlo, tal vez no sabríais cómo realizarlo.
SAN ALBERTO HURTADO, JESUITA
Una vida entregada: "El que no se da todo, no da nada"
PADRE HURTADO SOBRE LOS JÓVENES
Amor de Dios
La edad de las pasiones violentas. Es la edad del heroísmo: la gran edad para muestra santificación y para resolvernos a la entrega total.
La juventud es el momento más propicio a esa donación porque aún la vida no ha dejado los rastros del sufrimiento que endurece, ni ha apagado el fuego de la Pasión que nos abre la revelación de lo infinito.
Una existencia bien vivida es aquella en la cual sabemos soñar en nuestra mocedad, lo que podrá dar nuestra madurez: realizar en edad madura los sueños de la juventud. Sepamos hacer de la madurez el momento supremo de nuestra vida: una gran obra fecunda, llena de belleza en poderío y de bondad.
Aburguesamiento de la juventud; instalación de lleno en el ambiente de este mundo y pérdida total, de parte de muchos, de la visión de la eternidad en la vida y consiguientemente ansia de placer desmedida. Se ha olvidado que ella ha sido hecha no para el placer, sino para el heroísmo.