Pedaleo del alma

martes, 24 de enero de 2012

“Calor, ocio, descanso, playa… La vida diaria y la rutina nos terminan agotando, y en cuanto comienzan las vacaciones no queremos emplear nuestro tiempo en nada que nos exija el menor esfuerzo”.



En estos días de verano he agarrado la bici y he salido a pedalear por Valpo - Viña… Sea en la mañana, en la tarde. Un rato de deporte que comenzó por desestrezarme de mis clases, de la pega. De buscar y hacer algo por fin distinto. Es que las vacaciones dan para esos “mínimos”, un rato de “haz todo haz nada”… pero ¿Quién no se aburre también en verano? Es paradójico ¿cierto?. Bueno, andar en bici comenzó en esa onda, así. Ahora me doy cuenta que le puedo sacar partido, no solo a una cuestión física (bajar la ponchera y demases) sino como un tiempo diario para hacer ejercicio también espiritual.


Vivimos en una época que no podemos desconectarnos de nada. La tele, el pc, el facebook no nos sueltan, nos controlan, y durante el año es lo mismo, no nos damos cuenta y vemos cómo las horas mueren sin nada más productivo que chatear o abrir cada 5 minutos tu perfil, haber si alguien dejó un comentario.

He decidido escapar de eso y comenzar el pedaleo, y me uno a tantos que al parecer toman sus bicicletas y salen a contemplar la ciudad, el mar, a realizar deporte, renunciando al ocio y como “despertando” la mente, el cuerpo, el alma.



¡Que necesario es que otros tantos también podamos hacer un pedaleo del alma, un ejercicio que inspire nuestro espíritu. Cómo dice Ignacio de Loyola:


Tal como existen ejercicios físicos para ejercitar los músculos, como caminar, trotar, nadar… también existen ejercicios espirituales para robustecer el alma, el espíritu.

¿Cuál es ese ejercicio?.. La oración ante todo. Ese hablar de “tú a tú” con Dios como un amigo habla con su otro amigo en esas noches de campamento, en esa intimidad de pololos, en esa conversa de hermanos.



Después le sigue el hacer, el accionarse, el seguir entrenándose en servicio y amor al hermano, al que lo pasa mal, al que es marginado. De repente estamos tan obesos de espíritu, y lo peor es que nos llenamos de “comida chatarra”, en especial los jóvenes. Cuanta chatarra espiritual hay en nosotros. (Vanalizar la vida, el amor, el sexo, el compromiso, los estudios, etc)



Y para seguir con este pedaleo, es necesario una dieta… ¡También de espíritu!. Hacerse indiferente a todas las cosas que nos alejan de ser felices, que nos alejan de Dios, que nos alejan de amar…



A ratos me pongo flojo de pedalear, en especial cuando voy cuesta arriba en el cerro. (También me achacan penas, sufrimientos desolaciones de espíritu) Pero la vida me exige sacar fuerzas y buscar amar y ser amado, me exige seguir entrenándome en amor, seguir pedaleando una vez más.



Lo importante no es perseguir este amor afanosamente, sino que derribar esas barreras internas que me impiden reconocerlo.


Parafraseando lo que dice San Pablo en Fil 3, 12 “No importa llegar de los primeros, mientras corra la carrera olvidando lo que dejé atrás y anhelando lo que tengo adelante corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”.



Mientras recorro valpo voy meditando estas cosas… Que Dios inspire a cuantos agarran sus bicis de espíritu y entrenan su corazón.



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