Tampoco se dirige a aquellos que buscan antes que todo el brillo, la riqueza material, los honores, más que el crecer en el espíritu, hacer el bien, servir a los demás. Ellos no tienen problema en la elección de carrera; no eligen, o eligen por motivos imperiosos de orden material y egoísta que son los únicos que caben dentro de su espíritu.
Estas letras han sido escritas pensando "en vosotros", en vosotros, queridos jóvenes, a quienes he aprendido a conocer, a estimar y a amar en las filas de la Acción Católica. Vosotros sois los que conserváis libre el espíritu, los que deseáis hacer el bien, el mayor bien posible, no importa dónde, o mejor donde Dios quiera.
Vosotros sois los que amáis sinceramente al prójimo y estáis decididos a sacrificaros por ellos, por hacer más hermosa, más útil, más alegre su vida y la vuestra.
Vosotros sois los que amáis a Dios y estáis entusiasmados por Cristo, vuestro Jefe, cuya gloria buscáis ardientemente, y cuya vida deseáis prolongar teniendo como criterio de vuestro obrar ese pensamiento que ha pasado a ser tan familiar a vuestra mente: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Vosotros sois los que pensáis que habéis venido a este mundo para algo más que para amontonar paquetes de billetes, tener confort en vuestra habitación, éxito en la vida social, en fin, vivir unos cuantos años estériles, sin ninguna historia que merezca ser oída en la otra vida. No; vosotros reaccionáis con entusiasmo y generosidad cuando oís las hazañas de los grandes conquistadores, de los héroes, de los santos, y quisierais prolongar sus proezas y aceptáis de antemano las austeridades y sacrificios que son el precio de lo grande.
Vosotros, con frecuencia, a pesar de vuestro ánimo generoso, escogéis sin acierto, como lo demuestran vuestros desengaños, y sobre todo sin tomar en cuenta el criterio cristiano en un asunto de tanta importancia. Obráis así, no por principios premeditados, sino porque no se os ocurre que podría hacerse de otra manera, y si quisierais hacerlo, tal vez no sabríais cómo realizarlo.
Ahí van, pues, ordenados pensamientos orientadores en un asunto de tanta importancia. Ellos os ayudarán a encontrar vuestro camino a la luz de Dios, a encontrarlo como hombres y como cristianos, seguros del éxito, con la ayuda del cielo, que no se niega a quienes tan honradamente enfocan el destino de su vida(...)"
(De Hurtado, Alberto SJ. Elección de Carrera, 1943)
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