SEGUIR A JESUCRISTO

martes, 13 de julio de 2010


En 1491, en la época del Renacimiento y de los Reyes Católicos, nace Iñigo, el menor de los trece hijos de los Señores de Loyola, en el País Vasco español. Hacia el final de su vida, Ignacio dirá de sí mismo : « Hasta los 26 años de edad fuí un hombre dado a las vanidades del mundo ».
Su vida cambiará radicalmente en 1521 en la ciudadela de Pamplona. Allí, una bala de cañón francés le quebró la pierna. Durante su convalecencia, lee la Vida de Cristo y la Vida de Santos. Impresionado por la persona de Cristo, sueña con realizar grandes cosas para servirlo como lo habían hecho los santos.

Queriendo seguir a Jesús, con el propósito de conocerlo y amarlo más, decide viajar a Tierra Santa y quedarse a vivir allí. En su camino hacia del puerto de Barcelona se detuvo tres días en la Abadía Benedictina de Montserrat, no lejos de esta ciudad. Viendo que no podría embarcarse inmediatamente, decidió establecerse un año en Manresa, una pequeña ciudad cercana. Allí, en Manresa, lleva una vida de penitencia y de contemplación, en la que Dios - decia Ignacio - « lo instruía como un maestro de escuela ». Asi, a partir de esa experiencia, Ignacio será conducido a lo largo de su vida a « ver a Dios en todas las cosas » y a convertirse en un « contemplativo en la acción ».

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